Desde que en 1887 E. Saemisch, profesor de la universidad de Bonn, encargó a un artesano del vidrio, F. Müller, la realización de un cristal protector para el ojo de un paciente sin párpado, no ha cesado el uso y desarrollo de las lentes de contacto, aunque el «boom» de este tipo de corrección llegó en 1971 con la fabricación de las lentes de contacto blandas que hoy se han perfeccionado hasta el punto de fabricarse para uso diario.
Actualmente existen multitud de tipos de lentes de contacto, entre ellas: duras y blandas, con graduación y sin graduación (terapéuticas -parche- y cosméticas -tintadas-), las que permiten pasar los gases (oxígeno) e impermeables a los mismos, las de uso horario y las de uso diario, de reemplazo diario y semanal, mensual, semestral, anual…un universo de marcas, tamaños, graduaciones, colores, duración…Y cada una tiene su indicación específica, que debe ser dictada por profesionales cualificados, porque no todas las lentillas sirven para todo el mundo ni todo el mundo sirve para llevar lentillas.
Es por ello que todas aquellas personas que deseen utilizar lentillas deben pasar un examen oftalmológico completo que incluye valoración de la cantidad y calidad de la lágrima, del parpadeo, de sensibilidad corneal, de fenómenos alérgicos de base y de otros muchos factores que pueden influir en la elección de la lentilla adecuada y en su tolerancia.
Hay que dejar claro que si se decide empezar a usar lentes de contacto se debe ser consciente de que a pesar de que conlleva una mejora de tipo estético y de calidad de visión implica una serie de riesgos y de responsabilidades. Éstas últimas se refieren al buen uso que el nuevo portador debe hacer, utilizándolas el tiempo adecuado y efectuando el cuidado y la limpieza indicados por su oftalmólogo. En cuanto a los riesgos se debe tener presente que a pesar de un buen uso siempre existe la posibilidad de complicaciones, que incluyen entre otras la aparición de intolerancia a la lentilla por poca oxigenación corneal, la aparición de fenómenos alérgicos o la presencia de queratitis infecciosas, ya sea por la bacteria llamada Pseudomona o por un protozoo denominado Acanthamoeba responsable de muchos transplantes corneales y casi siempre relacionado con una defectuosa limpieza de las lentes y que necesitaría con urgencia de profesionales experimentados para su detección y precoz tratamiento.
En resumen, las lentillas actualmente son una buena opción para aquellos que deseen más comodidad y calidad de visión, pero deben ser correctamente indicadas, exhaustivamente desinfectadas y conservadas; y periódicamente evaluados sus portadores por oftalmólogos familiarizados con su adaptación. Todo ello redundará en la mejora de la salud ocular del portador y en la satisfacción del profesional.
Dr. Javier Rodríguez Martín
Director Médico. – CLÍNICA NIVARIA.
Médico Especialista en Oftalmología.- Hospital Universitario de Canarias.